Personalmente, es inútil intentar plasmar en una hoja rayada, con una sinfonía escolar de fondo, el encuentro y desencuentro de mis actuales emociones, pero dudo que ese factor de la vida humana (el falso y descarado tiempo) esta vez patee para el otro lado y no me ayude en esta muestra sentimental al mundo de un individuo un tanto acorralado por la vida.
¡Puff!… ¡Que difícil que se hace sacar lo que hay dentro cuando duele tanto! Que sensaciones extremistas las que me obligan a ocultar las lagrimas, ahogar los gritos y cerrar los puños con fuerza. Que olvido placentero, el que viene encapsulado en un frasquito cilíndrico y que promete enterrar mis penas y difuminar mis dudas… Que insensibilidad de mierda, para ser franca y directa. Es la misma insensibilidad que el ayer me hace recobrar, sin pena ni gloria, los esqueléticos recuerdos de una vida pasada entrelazada a personas honestas, caretas, estúpidas, exitosas… a personas que sinceramente prefiero olvidar, y que una vez mas, el tiempo me da la razón de borrarlos de la mente, arrancarlos del alma e incinerarlos en el corazón. Pero también existen (para el lamento de nosotros, los infelices) aquellas personas que suelen convertirse en “la excepción” del momento. Existen aquellos subnormales que casi por exósmosis, salen del mundo que tanto daño ha acostumbrado a provocarnos, y da la maldita casualidad de que nosotros encontramos a esas excepciones casi por error, un error que suele suceder cuando olvidamos, o ya no sabemos cuando nacimos, quienes somos y por que estamos aquí. En medio de un apagón de emociones, esos individuos te someten a admirar la luz de una risa, y a preguntarte cuando fue la última vez que alguien te dijo algo tan dulce. Comenzamos a vivir en una nostalgia infinita, seguros de haber olvidado esa sensación connatural al otro individuo, que más de una vez rechazamos. Y junto a esa excepción sobrenatural, junto a ese ser del que sin darte cuenta llevas a flor de piel… ¿Deberíamos hacer emociones más fantásticas? Quizás el hecho de olvidar todo lo mencionado anteriormente (el tiempo, la insensibilidad, las personas…) es lo suficiente fantástico. Como para asimilar lo enamorado que uno se encuentra de esa excepción… única e irrepetible, ante los ojos del mismo tiempo… grandioso e inmortal, convirtiendo aquello que prometía ser efímero, en eterno; conformando sobre la espesa capa de odio al mundo, un escape hacia una dimensión paralela, donde no por eso se siente menos.
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