viernes, 8 de julio de 2011

Hay un hombre que cabecea dormido a mi lado.

Hay un hombre que cabecea dormido a mi lado. Hay pasillos blancos donde dormitan las bestias del pasado. Hay aves por todo el lugar, yendo y viniendo. Blancas, marrones, azules, verdes… Hay relojes, hay teléfonos, puertas que se abren, llantos de personas… hay pasillos blancos. Hay payasos rubios detrás de cada puerta. Otra vez pasillos blancos. Ascensores dormidos, comiendo gente. ¡Buu! Un payaso detrás de cada puerta. Hay botones de colores cuando duermes en este lugar, hay comida de plástico para cuando tengas hambre, hay elefantes de patas arácnidas por si te sientes mal… Hay pantallas que gritan tu nombre, pasillos blancos, payasos, relojes, botones, bestias del pasado, aves comiendo almas. Y la gente. La gente que muestra su rostro detrás de la máscara, ¿los viste? Están por allá, pasando el pasillo blanco y detrás de… ¡Buu! Un payaso detrás de cada puerta. Los ascensores que me comen y me escupen, por que al entrar aquí mi sangre se ha vuelto débil, y delgada. Solía ser más fuerte, pero ¡Buu! Un payaso detrás de cada puerta. Entonces logro escaparme. Esquivo a los elefantes, huyo de las aves, mato a los ascensores (pues mi sangre ahora estás fuerte). La gente que me observa, y ¡Buu! El payaso tendido en el suelo…
Entonces me despierto y miro a mi derecha, está mi padre cabeceando dormido a mi lado. Atravieso la sala de espera, abro la puerta que se dirige al pasillo blanco y
¡Buu! Un payaso detrás de cada puerta.




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