Hoy día culpo a mi corazón. Culpo por dejar que ame libremente, lo culpo por escuchar a mi cabeza y utilizar la razón. Hoy lo culpo por latir dentro de cuatro paredes, por no salir a disfrutar y perder cinco años de quince que me pesan. Me pesa tanto la vida que ya no siento pereza, me hablan los muros, los espejos se me rompen. Hoy me miran tantas fotografías que vuelvo a insultarme, a rajarme y perderme. Los trenes me seducen a escaparme, a clavarme sus historias, mirarme a los ojos y confesarme que esto no es un sueño. Hoy el vértigo me habla, y se marcha dejándome a solas con riegos y altura, dejándome ser feliz saltando sin importarme.
Las percepciones de mis recuerdos me besan los ojos, me anestesian con dulzura y me susurran mientras duermo. Pero una boca, me grita, me besa, me ríe. Una boca que amo, me susurra hoy al oído que “alce las manos en el aire, como si no importase, como si el cielo fuera a derrumbarse♫” Y lo hace casi sin decirlo, dejándome a la intemperie en medio del océano de lágrimas que cree cuando no lo tenía. Hoy culpo a mi corazón por sentir, hoy lo culpo por transmitir las tantas cosas disfrazadas que me ocurren a escondidas. Hoy lo culpo por sentir y por demostrarlo por que nadie me odiaba cuando aún no había aprendido a hacerlo.
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